jueves, 12 de julio de 2012

¿Existe el yo interior? ¿somos seres espirituales? Una crítica a Ideas de Peter Watson


Ideas
Historia Intelectual de la Humanidad
Peter Watson


Acabo de terminar de leer ideas, un librito que en cerca de 1500 páginas trata de hacer un resumen de la historia intelectual de la humanidad.
Por descontado, la obra es tan grande y ambiciosa, que pretendo volver a hacer una segunda o hasta tercera lectura, ya que en muchas ocasiones me he perdido en el vasto conocimiento del autor.
No obstante y aún admirando a Peter Watson, tengo que afirmar que no estoy de acuerdo con su visión del mundo. Por supuesto no tengo su bagaje cultural y en numerosos aspectos, mi conocimiento sobre las cosas que habla son de niña de bachillerato, pero mi niego a creer en la ausencia de un yo, de una vida interior del hombre, de que seamos seres espirituales.
Me explico.
Como es lógico, Ideas, aunque también habla de las ideas surgidas en oriente, estructura la historia intelectual de la humanidad en el enfrentamiento dicotómico de dos grandes filósofos: Platón y Aristóteles.
Para entenderlo de una forma rápida, simplista y bastante pueril, se podría decir que es el enfrentamiento clásico que todos vivimos entre las ciencias y las letras. Con Aristóteles tenemos el mundo sistemático, racional, claro y productivo de las ciencias, que nos ha llevado a descubrir millones de cosas y a tener los avances con los que contamos actualmente. Según el autor (y en esto estoy bastante de acuerdo) siempre que ha habido una concepción aristotélica del mundo nos hemos encontrado con un periodo de renacimiento intelectual.  Pero si ha predominado la platónica (esto es, la búsqueda del alma, del ser interior, del yo, del porqué del hombre…) lo que se ha hecho es borrón y cuenta nueva. En resumen… que los conocimientos científicos se apoyan uno sobre otros y así van sumándose hasta establecerse una línea continua de progreso, mientras que en ámbitos como las artes, la filosofía y la psicología no hay un avance real, sino lo que se hace continuamente es desarrollar una nueva teoría que invalida a las anteriores.
Según Peter Watson, la historia ha fracasado rotundamente a la hora de explicar el interior del ser humano, es decir, su propia humanidad. Según él no se ha hecho ni un sólo avance, ni tan siquiera en las artes, que “sólo consiguen describir al ser humano” pero que no pueden explicarlo. El último gran intento y según él la falacia del siglo, ha sido Freud que intentó “explicar aristotélicamente los interrogantes platónicos”, pero como su teoría es “falsa” y su técnica de psicoanálisis “inútil” (parafraseo a Peter Watson) queda demostrado que no es posible realizar un acercamiento científico al interior del ser humano. Por lo que termina su libro así:
“Dado el triunfo del enfoque aristotélico tanto en el pasado remoto como en el inmediato, ¿no ha llegado quizá el momento de enfrentar la posibilidad e incluso la probabilidad de que la noción platónica de Yo interior sea equívoca? Esto es, la posibilidad de que no exista un yo interior”
Y termina con las palabras de John Gray: “Un zoológico es una mejor ventana desde la cual observar el mundo humano que un monasterio”.
Según esta teoría y llevándola a su máximo exponente el ser humano sería, como leía el otro día en un libro de Jorge Volpi, un conjunto de genes que luchan por perdurar. Nada más. Adiós, en mi caso, a María, a mi personalidad, a mi propio yo y a mi propia moral.
Pero creo que esta argumentación falla en un punto tan simple que hasta me da vergüenza mencionarlo… si el ser humano no es más que eso, para qué sirve el avance en la ciencia. Si somos solo unos animalitos y lo único importante es la prevalencia de la especie ¿por qué nos empeñamos en encontrar medios para que sobrevivan los más débiles, comprometiendo la carga genética de la especie? ¿Por qué gastamos energías y recursos en defender a los más débiles? ¿Será por que el ser humano es algo más? ¿Para qué desarrollamos la vertiente aristotélica?
Creo profundamente en ese algo más. Y creo que para aprehender ese algo más  no sólo podemos apoyarnos en el método experimental.
La función metalingüística demuestra la grandeza de las lenguas. Es la propiedad que tiene cada idioma y el lenguaje en general de explicarse utilizándose a sí mismo. Por ejemplo, el verbo se explica con palabras. Pero como el idioma ha estructurado nuestra mente desde milenios, no podemos llegar a comprender del todo su esencia, a agotarlo en explicaciones De todas formas nadie se atrevería a decir que los avances en la lingüística han sido nulos o insuficientes. Por lo tanto, cómo vamos a poder explicarnos a nosotros mismos y a agotarnos teóricamente como lo hacemos con el átomo. ¿Qué no podamos conocer todavía el límite del universo significa que debemos abandonar su estudio? ¿Debemos por lo tanto abandonar la búsqueda de nuestra propia espiritualidad?
Realmente, prefiero las palabras de Nietzsche:

“La irracionalidad de una cosa no es un argumento en contra de su existencia, sino más bien una condición de la misma.”

María Fuentes Gimeno

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