jueves, 10 de julio de 2014

El origen de los cuernos


El origen de los cuernos


Temidos, odiados y motivo de risas, los cuernos son la pesadilla de muchos, la realidad de algunos y el temor de todos los que tenemos pareja. Pero ¿de dónde viene la expresión poner los cuernos? ¿Por qué se relaciona la cornamenta  (generalmente símbolo de fuerza y potencia sexual) con la infidelidad? Existen muchas teorías y aquí van algunas:

  1. 1“La sangre real no es motivo de deshonra”.


Con esta frase se justificó, desde Asia hasta Francia, el hecho de que los reyes pudieran escoger para solazarse mujeres casadas y que no se esperase de los maridos una sola queja. Es más, en algunos lugares era hasta motivo de orgullo y prosperidad económica.
Este es el caso de Bizancio, cuyo emperador Andrónico I tenía la costumbre de elegir a sus amantes entre las esposas de sus funcionarios. En compensación, le regalaba al atribulado esposo tierras para cazar. El símbolo de esta nueva propiedad era una cornamenta que debía ser colocada en la puerta de la casa, con lo que toda persona que pasará por allí,  se podía hacer una idea de la fidelidad conyugal que reinaba en la vivienda.
Baste decir que Andrónico tuvo una muerte cruel a manos de una multitud enfurecida en la que debía de haber más de un marido con cornamenta.
Existe un paralelo de esta teoría en el pueblo vikingo. En este caso, el jefe plantaba una cornamenta en la puerta de la casa para señalar que allí vivía la mujer elegida.

  1. 2.     Mitología Grecolatina.

Existen dos mitos en los que los cuernos son símbolo literal  de infidelidad: ninguno de los esposos tenía, pero el hijo les salió con dos bonitos apéndices en la cabeza. Es el caso de Penélope y Parsifae.
Sebastian de Covarrubias cuenta que Penélope, cansada de esperar a Ulises, se juntó con el dios Mercurio y de esta unión nació el dios Pan (el de los cuernitos y patas de cabra). Otras fuentes aseguran que Penélope tuvo varios amantes y que nunca supo quién era el padre de su hijo, así que le puso por nombre Pan (el de todos).
Por su parte Parsifae, esposa del rey Minos, se enamoró de un toro (sí, de un toro) y  tuvo un bebé mitad humano, mitad torito: el Minotauro.

  1. 3.     El Libro del Buen Amor.

El Arcipreste de Hita por su parte añade una nueva teoría en su Libro del Buen Amor. Ahí nos cuenta la historia del pintor Pitas Payas que al poco de casarse tuvo que viajar, dejando en casa a una mujer recién desposada y por lo tanto, ansiosa de formarse en el arte del amor.
Pitas antes de partir, le dibujó bajo el ombligo un cordero. Sería prueba de fidelidad el que al regresar el dibujo estuviera intacto.
La joven fue fiel al principio, pero el viaje se alargó y alargó y al cabo de los años decidió hacerse con un amante, con lo que el dibujo comenzó a desfigurarse (se entiende que por el traqueteo amoroso y no por la acción del tiempo o el jabón).
Por fin Pitas avisó a su mujer de que iba a regresar y ésta muy agobiada por ser descubierta, le pidió a su amante que le redibujara el cordero. El amante lo hizo, pero en su inexperiencia convirtió al cordero en carnero. Esto es, le dibujó una florida cornamenta en la cabeza. Este es el final de la historia:

Miró don Pitas Payas el sabido lugar
y vio aquel gran carnero con armas de prestar.
 -¿Cómo, madona, es esto? ¿Cómo puede pasar
 que yo pintar cordero y encuentro este manjar?
Como en estas razones es siempre la mujer 

sutil y mal sabida, dijo: -¿Qué, monseñer? 

¿Petit corder, dos años no se ha de hacer carner? 
Si no tardaseis tanto aún sería corder.

Por tanto, ten cuidado, no abandones la pieza,
no seas Pitas Payas, para otro no se cueza;
Incita a la mujer con gran delicadeza
y si promete al fin, guárdate de tibieza.



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