martes, 15 de enero de 2013

Días de la semana, meses del año

¿Hasta que punto la tradición pagana domina nuestro tiempo?


Que la cultura occidental bebe directamente de Grecia y Roma es una cosa que todo el mundo tiene clara, pero hasta qué punto a pesar de la clara supremacía del cristianismo, en nuestra vida sigue habiendo vestigios de una paganismo más antiguo, no lo es tanto.
Un ejemplo es cómo organizamos nuestro tiempo y las supersticiones que lleva asociado. Aquí va un  ejemplo.

Los días de la semana


Al parecer el nombre de los días de la semana deriva de los nombres que los romanos le pusieron a sus horas del día. Cada una tenía un nombre inspirado en los siete planetas, dispuestos descendentemente según la longitud de sus órbitas. Cuando este ciclo de siete se dispone en 24 horas, las primeras horas de cada día de la semana recibiría el siguiente nombre:

Lunes (Monday): Día dedicado a la luna.
Martes: Día dedicado al planeta Marte y al dios que le dio nombre, así que "ni te cases ni te embarques". Esta superstición parece tener relación con los días que los romanos consideraban funestos y en los que estaba prohibido realizar intercambios comerciales (matrimonio) o emprender viajes.
Miércoles: Día dedicado a Mercurio
Jueves: Día dedicado a Júpiter
Viernes: Día dedicado a Venus y a la diosa que lleva su nombre... otra razón por la que ese suele ser el día favorito de todos.
Sábado: Día dedicado a Saturno, planeta que recibe el nombre del dios de los infiernos y por lo tanto un día funesto donde los tabúes deben ser respetados para que los dioses sean benévolos . El sahabbatum de los babilonios caía el 14 de cada mes y parece que este fue el origen del termino hebreo sabbath (día de reposo)
Por último, la tradición cristiana cambio el domingo  a ser el día dedicado al Señor, pero como se aprecia en el nombre ingles (Sunday) era el día dedicado al sol.

Los meses del año:


El año de 365 1/4 días dividió en doce meses que utilizamos actualmente, fue una modificación creada por Julio Cesar para resolver un dilema político. Antes del 45 a C los romanos disponían de un calendario que regularmente había que modificar introduciendo un nuevo mes (mercedonio) con el fin de ajustarlo al año solar. Esto creó un problema, ya que la clase política encontró una herramienta para alargar o acortar las legislaturas según sus intereses. Por ello el año 44 aC duró la friolera de 445 días.
El calendario romano se iniciaba oficialmente el mes de marzo, pero esto cambió debido a que los magistrados se posesionaban en sus cargos el 1 de enero. Así que por enero comenzaremos:

Enero (January): mes dedicado al dios Jano, dios de las puertas.
Febrero: parece que deriva de la palabra sabina februare "purificar".
Marzo: Mes dedicado al dios Marte.
Abril (April): Mes dedicado al abrir (aprire) de las flores.
Mayo: Tal vez derive de la deidad romana Maia, aunque es polémico.
Junio: mes dedicado a la esposa de Jupiter, Juno.
Julio: mes dedicado a Julio Cesar, el organizador de este calendario.
Agosto: mes dedicado a su sobrino Augusto. Pero esto no sirve como ejemplo de nepotismo. Hasta el año 7 aC a este mes se le conocía como Séxtilis. Fue el propio Augusto el que lo cambió para que hubiera un mes dedicado a él.

A partir de aquí parece que los romanos se quedaron sin imaginación o sin dioses:

Septiembre: séptimo mes si se empieza a contar desde Marzo.
Octubre: octavo mes
Noviembre: noveno mes
Diciembre: décimo mes.

Espero que os haya resultado interesante


martes, 8 de enero de 2013

Calentito o Calientito

A llegar a México una de las cosas que primero me llamó la atención fue la cantidad de vendedores que se pasean por las calles anunciando sus productos. En especial el vendedor de tamales que día tras día pasa por debajo de mi ventana repitiendo la misma cantinela:

"Tamales oaxaqueños, tamales calientitos, acérquese y pida sus ricos tamales oaxaqueños."

Al principio pensé que era un error lingüístico del vendedor, pero para mi sorpresa, luego vi "calientito" escrito en la entrada de una panadería y luego en un restaurante y en otro y en otro. Así que empecé a dudar de que el error fuera mío (al llegar a este país descubrí que estoy muy cerca del leísmo y también la sonoridad un tanto exagerada que los españoles les damos a la /s/).

Hice una encuesta en facebook y las opiniones se dividieron a un 50%. México apuesta por caliento y España por calentito.

Así que para salir de la duda y ver quién es el ganador en este partido lingüístico no me ha quedado más remedio que acudir al Tribuna Supremo: La Real Academia de la Lengua Española. Aquí os dejo la respuesta:


  La forma más extendida como diminutivo de caliente en el ámbito hispanohablante es calentito. La vocal procedente de la e breve del término latino calens, -entis diptonga cuando recae sobre ella el acento, como en caliente [kaliénte]. En la forma estándar del diminutivo, al igual que en el superlativo (calentísimo), la es átona, por lo que, tradicionalmente, se producía una alternancia de diptongación entre el derivado y su base: caliente > calentito, calentísimo. Compárese con casos similares, como puerta > portezuela.

    Pero la sufijación apreciativa (proceso que da lugar a derivados con sentido diminutivo, aumentativo o despectivo) no es siempre uniforme en la derivación de palabras que contienen diptongos procedentes de ĕ y ŏ breves latinas, como ocurre con la formacalientito (sincrónicamente regular y considerada normativamente admisible), que se usa en Chile, Cuba, México, Nicaragua, Perú, Puerto Rico y otros países, a veces en alternancia con caliento.

Desde mi punto de vista, hay por lo tanto un empate.

Disfrutaré como niña de la comida mexicana calientita y de la española calentita, y desconfiaré por los siglos de los siglos de aquellos que me quieran vender un tamal oaxaqueño calentito o unos churros calientitos.