martes, 8 de enero de 2013

Calentito o Calientito

A llegar a México una de las cosas que primero me llamó la atención fue la cantidad de vendedores que se pasean por las calles anunciando sus productos. En especial el vendedor de tamales que día tras día pasa por debajo de mi ventana repitiendo la misma cantinela:

"Tamales oaxaqueños, tamales calientitos, acérquese y pida sus ricos tamales oaxaqueños."

Al principio pensé que era un error lingüístico del vendedor, pero para mi sorpresa, luego vi "calientito" escrito en la entrada de una panadería y luego en un restaurante y en otro y en otro. Así que empecé a dudar de que el error fuera mío (al llegar a este país descubrí que estoy muy cerca del leísmo y también la sonoridad un tanto exagerada que los españoles les damos a la /s/).

Hice una encuesta en facebook y las opiniones se dividieron a un 50%. México apuesta por caliento y España por calentito.

Así que para salir de la duda y ver quién es el ganador en este partido lingüístico no me ha quedado más remedio que acudir al Tribuna Supremo: La Real Academia de la Lengua Española. Aquí os dejo la respuesta:


  La forma más extendida como diminutivo de caliente en el ámbito hispanohablante es calentito. La vocal procedente de la e breve del término latino calens, -entis diptonga cuando recae sobre ella el acento, como en caliente [kaliénte]. En la forma estándar del diminutivo, al igual que en el superlativo (calentísimo), la es átona, por lo que, tradicionalmente, se producía una alternancia de diptongación entre el derivado y su base: caliente > calentito, calentísimo. Compárese con casos similares, como puerta > portezuela.

    Pero la sufijación apreciativa (proceso que da lugar a derivados con sentido diminutivo, aumentativo o despectivo) no es siempre uniforme en la derivación de palabras que contienen diptongos procedentes de ĕ y ŏ breves latinas, como ocurre con la formacalientito (sincrónicamente regular y considerada normativamente admisible), que se usa en Chile, Cuba, México, Nicaragua, Perú, Puerto Rico y otros países, a veces en alternancia con caliento.

Desde mi punto de vista, hay por lo tanto un empate.

Disfrutaré como niña de la comida mexicana calientita y de la española calentita, y desconfiaré por los siglos de los siglos de aquellos que me quieran vender un tamal oaxaqueño calentito o unos churros calientitos.

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