El origen de los cuernos
Temidos, odiados y motivo de risas, los cuernos son la
pesadilla de muchos, la realidad de algunos y el temor de todos los que tenemos
pareja. Pero ¿de dónde viene la expresión poner los cuernos? ¿Por qué se
relaciona la cornamenta
(generalmente símbolo de fuerza y potencia sexual) con la infidelidad?
Existen muchas teorías y aquí van algunas:
- 1“La sangre real no es motivo de deshonra”.
Con esta frase se justificó, desde Asia
hasta Francia, el hecho de que los reyes pudieran escoger para solazarse
mujeres casadas y que no se esperase de los maridos una sola queja. Es más, en
algunos lugares era hasta motivo de orgullo y prosperidad económica.
Este es el caso de Bizancio, cuyo emperador
Andrónico I tenía la costumbre de elegir a sus amantes entre las esposas de sus
funcionarios. En compensación, le regalaba al atribulado esposo tierras para
cazar. El símbolo de esta nueva propiedad era una cornamenta que debía ser
colocada en la puerta de la casa, con lo que toda persona que pasará por
allí, se podía hacer una idea de
la fidelidad conyugal que reinaba en la vivienda.
Baste decir que Andrónico tuvo una muerte
cruel a manos de una multitud enfurecida en la que debía de haber más de un
marido con cornamenta.
Existe un paralelo de esta teoría en el
pueblo vikingo. En este caso, el jefe plantaba una cornamenta en la puerta de
la casa para señalar que allí vivía la mujer elegida.
- 2. Mitología Grecolatina.
Existen dos mitos en los que los cuernos
son símbolo literal de
infidelidad: ninguno de los esposos tenía, pero el hijo les salió con dos
bonitos apéndices en la cabeza. Es el caso de Penélope y Parsifae.
Sebastian de Covarrubias cuenta que
Penélope, cansada de esperar a Ulises, se juntó con el dios Mercurio y de esta
unión nació el dios Pan (el de los cuernitos y patas de cabra). Otras fuentes
aseguran que Penélope tuvo varios amantes y que nunca supo quién era el padre
de su hijo, así que le puso por nombre Pan (el de todos).
Por su parte Parsifae, esposa del rey
Minos, se enamoró de un toro (sí, de un toro) y tuvo un bebé mitad humano, mitad torito: el Minotauro.
- 3. El Libro del Buen Amor.
El Arcipreste de Hita por su parte añade
una nueva teoría en su Libro del Buen Amor. Ahí nos cuenta la historia del
pintor Pitas Payas que al poco de casarse tuvo que viajar, dejando en casa a
una mujer recién desposada y por lo tanto, ansiosa de formarse en el arte del
amor.
Pitas antes de partir, le dibujó bajo el
ombligo un cordero. Sería prueba de fidelidad el que al regresar el dibujo
estuviera intacto.
La joven fue fiel al principio, pero el
viaje se alargó y alargó y al cabo de los años decidió hacerse con un amante,
con lo que el dibujo comenzó a desfigurarse (se entiende que por el traqueteo
amoroso y no por la acción del tiempo o el jabón).
Por fin Pitas avisó a su mujer de que iba a
regresar y ésta muy agobiada por ser descubierta, le pidió a su amante que le
redibujara el cordero. El amante lo hizo, pero en su inexperiencia convirtió al
cordero en carnero. Esto es, le dibujó una florida cornamenta en la cabeza.
Este es el final de la historia:
Miró
don Pitas Payas el sabido lugar
y vio aquel gran carnero con armas de prestar.
-¿Cómo, madona, es esto? ¿Cómo puede pasar
que yo pintar cordero y encuentro este manjar?
y vio aquel gran carnero con armas de prestar.
-¿Cómo, madona, es esto? ¿Cómo puede pasar
que yo pintar cordero y encuentro este manjar?
Como en estas razones es siempre la mujer
sutil y mal sabida, dijo: -¿Qué, monseñer?
¿Petit corder, dos años no se ha de hacer carner?
Si no tardaseis tanto aún sería corder.
Por
tanto, ten cuidado, no abandones la pieza,
no seas Pitas Payas, para otro no se cueza;
Incita a la mujer con gran delicadeza
y si promete al fin, guárdate de tibieza.
photo credit: <a href="https://www.flickr.com/photos/mondi/4593032414/">mondi</a> via <a href="http://photopin.com">photopin</a> <a href="http://creativecommons.org/licenses/by/2.0/">cc</a>
no seas Pitas Payas, para otro no se cueza;
Incita a la mujer con gran delicadeza
y si promete al fin, guárdate de tibieza.
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